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En la boca del lobo: soldado recuerda operaciones que permitió el Plan Colombia

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Un soldado camina día y noche durante años por las más tupidas selvas del suroriente del país. Entre armamento y dotación carga cerca de 30 kilos, sobrevive con agua, panela y arroz. Todo por un solo objetivo: dar de baja a Víctor Julio Suárez, más conocido como el ‘Mono Jojoy’.

Pues el soldado Yimer Tapiero cuenta esa historia:

"Esa rutina duró de tres a cinco años y salíamos de permiso cada cuatro o cinco meses; hubieron (sic) momentos en que me dieron ganas de pedir la baja. Claro, porque eso no era fácil, era duro”, dice Tapiero, de la Fuerza de Tarea Omega.

El militar lleva 19 años en el Ejército y 17 como soldado profesional. Él, y otros 17.500 hombres más de la fuerza de tarea Omega, se dedicaron a ir tras los más temidos jefes de las FARC, en Meta, Caquetá y Guaviare.

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En medio de esta ofensiva hubo un momento clave: el secuestro de los tres contratistas estadounidenses, el 12 de febrero del 2003, en las selvas del Guaviare. El Gobierno de Washington comenzó a destinar gigantescos recursos en inteligencia, aeronaves, helicópteros y embarcaciones para la lucha antiterrorista. Es decir, la plata del Plan Colombia dejaba de ser sólo para combatir al narcotráfico: ahora el objetivo, era la guerrilla y sus cabecillas.

“Ya viene más apoyo de aeronaves, el armamento y la munición era más, ya nos apoyaban, eran más en un combate; entraban dos, tres arpías, llegaban aviones”, recuerda Tapiero.

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"Se desarrollan operaciones más efectivas, más contundentes que finalmente cristalizan y se concluye que este Plan Colombia es un plan exitoso para el país", explica el general Nicasio Martínez, comandante de la fuerza de tarea Omega.

Con todo ese apoyo, los soldados se metieron aún más en la boca del lobo, era llegar a lo que  llaman los soldados el ‘tapete duro de la selva’, en donde no solo estaba ‘Jojoy’, sino los jefes más temidos de las FARC.

Noticias Caracol acompañó a la fuerza de tarea Omega, con la agrupación de operaciones especiales Puma, a zona rural de La Macarena, en el Meta, donde se encuentra el frente 40 de las FARC y todo el bloque oriental.

Es una zona que podría estar minada. Y en efecto lo estaba. Un perro hizo la detección y se explotó controladamente.

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Continúa minado pues este era el sitio de descanso del ‘Mono Jojoy’; este era su campamento. Hoy sólo queda lo que era el baño. Y algunos metros más allá, la tristemente célebre cárcel de las FARC, en la que la guerrilla tuvo enjaulados a decenas de civiles, militares y policías secuestrados.

El soldado Tapiero recuerda cómo pudo enfrentar los temibles anillos de seguridad ese 22 de septiembre de 2010. Un día que nunca olvidará.

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“Ese día desembarcamos por rappel, son cerros y es muy selvático. Tuvimos combates muchas horas, y ya al otro día nos cuentan que estaba muerto".

Esa historia del soldado Tapiero, es apenas una de tantas que cuentan los soldados que aún siguen en la selva, en donde todos los días aparecen huellas de su más temible enemigo.

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