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Entre abrazos y lágrimas se reencuentran familias coreanas 60 años después

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Padres que nunca llegaron a conocer a sus hijos, hermanos separados desde la infancia, tíos con sobrinos al otro lado de la frontera, casi todos ancianos, han compartido recuerdos y emociones en el simbólico monte norcoreano de Kumgang.

Uno de los cientos de protagonistas de hoy fue el surcoreano Choi Pyeong-kwan, que era un niño durante la Guerra de Corea (1950-1953), cuando su padre fue reclutado forzosamente por Corea del Norte y formó una nueva familia en el país vecino al acabar el conflicto.

Este anciano de 85 años aseguró a los medios que desde ahora "se sentirá menos solo" tras conocer a sus hermanos del Norte, de los que hasta ahora desconocía incluso su existencia, e intercambiar con ellos fotografías familiares en la primera sesión del encuentro.

Igual de emotiva fue la escena en la que Lee Sun-hyang, una mujer surcoreana de 88 años, no pudo contener el llanto al reunirse con su hermano Lee Yun-geun, de 72, al que no veía desde su infancia.

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Aunque casi todas las lágrimas de hoy han sido de alegría también las ha habido de decepción, como en el caso de Choi Nam-soon, de 83 años, que vio roto su sueño de reencontrarse con sus hermanos tras más de seis décadas de separación. Tras una breve conversación, Choi descubrió consternado que a quienes había abrazado minutos antes y que se sentaban en su mesa no eran realmente los hijos de su padre sino personas desconocidas.

En la cita de hoy pudieron reencontrarse con sus parientes del Norte 82 solicitantes surcoreanos, de los que 41 son octogenarios y otros 25 superan los noventa años. La avanzada edad de los participantes motivó que 19 de ellos tuvieran que acudir en silla de ruedas al punto de encuentro y otros dos en ambulancia. De hecho uno de ellos, Kim Seom-kyeong, recibió a sus familiares dentro de la ambulancia por su delicado estado de salud.

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El primer contacto de la jornada inaugural tuvo lugar en el gran salón de reuniones del resort norcoreano de Kumgang, al que muchas de las mujeres asistieron ataviadas con el tradicional vestido coreano Hanbok, difícil de ver en la moderna Seúl y otras ciudades del Sur aunque todavía popular en el Norte.

Ellos acudieron en general con traje, en el caso de los norcoreanos decorado en su solapa con la insignia de Kim Il-sung y Kim Jong-il, fallecidos dictadores de un Estado caracterizado por el extremo culto a la personalidad de sus líderes.

Tras el primer contacto de dos horas al que siguió una cena, también colectiva, los familiares podrán disfrutar en los próximos dos días de reuniones más íntimas con sus seres queridos en salas individuales.

A partir del domingo 23 y hasta el martes 25 será el turno de los 88 candidatos norcoreanos, que se citarán con hasta 360 familiares del Sur en la segunda ronda de los encuentros.

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Este evento humanitario, el decimonoveno en la historia y el primero desde 2010, ha llegado después de que las dos Coreas confirmaran su voluntad de abrir una etapa de entendimiento tras años de tensión, al concluir con éxito la semana pasada su primera cita de alto nivel desde 2007.

Así, se espera que las reuniones de familias divididas sean un primer paso para que Norte y Sur pongan fin a las hostilidades y abran una etapa duradera de paz y entendimiento.

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También es una tarea pendiente para ambos gobiernos organizar estas reuniones de forma periódica, ya que cada año mueren cientos de ancianos sin poder reencontrarse con sus familiares al otro lado de la frontera

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