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Michelle Bachelet es investida presidenta de Chile

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La socialista Bachelet, de 62 años, vuelve a ocupar el cargo que ostentó entre 2006 y 2010.

La ceremonia se celebró en la sede del Congreso chileno, en el puerto de Valparaíso.

Asumió el poder para iniciar un nuevo Gobierno cargado de promesas para realizar profundos cambios sociales y políticos, en un país que ha cambiado notoriamente desde su primer mandato.

"En este tiempo Chile se ha mirado a sí mismo y ha decidido que es momento de iniciar transformaciones de fondo. La victoria de esta jornada es un sueño colectivo que triunfa", dijo Bachelet.

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Pero lo que le espera a la presidenta no se perfila para nada fácil. Su Gobierno partirá con una economía en clara desaceleración y donde difícilmente se mantendrán las altas tasas de empleo alcanzadas durante la Administración de su antecesor, el derechista Sebastián Piñera.

Ello, combinado con altas expectativas sociales que, en parte, fueron alimentadas por la propia Bachelet en su campaña, pero que venían desde mucho antes y que se manifestaron ruidosamente en las calles en 2011, cuando los estudiantes levantaron sus exigencias de una educación gratuita y de calidad.

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La exdirectora de ONU Mujeres también ha cambiado. Ahora sonríe menos, guarda más silencios y permanece rodeada de un estrecho "circulo de hierro", que está atento a cualquier acceso que alguien desee tener a ella.

"Siempre he sido madura y seria, pero sigo siendo súper alegre", reconoce la candidata.

Aunque su aura haya mutado, no es timidez o inseguridad precisamente lo que irradia. Por el contrario, la nueva Michelle se muestra más decidida a impulsar grandes cambios en un país menos tolerante con la desigualdad.

Con un programa que despertó severas críticas de la derecha gobernante, Bachelet quiere reemplazar la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, garantizar la educación gratuita y de calidad y subir los impuestos a las empresas de un 20% a 25%.

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La propia presidenta ha reconocido que su proyecto es ambicioso, pero tiene a su favor una gran popularidad y los buenos resultados que la Nueva Mayoría obtuvo en las últimas parlamentarias, que le dan mayoría en ambas Cámaras del Congreso.

Bachelet, en todo caso, tiene experiencia en enfrentar escenarios cuesta arriba.

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Su historia

El camino recorrido no ha sido fácil para esta médico cirujana, pediatra y epidemióloga de la Universidad de Chile, que domina seis idiomas, se casó dos veces, está separada y es madre de tres hijos.

Verónica Michelle Bachelet Jeria nació el 29 de septiembre de 1951 en Santiago y fue la segunda hija de la antropóloga Angela Jeria y del general de brigada aérea Alberto Bachelet, colaborador del Gobierno de Salvador Allende, quien falleció por torturas en prisión después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973.

La muerte de su padre marcó la vida de Bachelet que cuando se produjo el golpe militar tenía 22 años y militaba en las Juventudes Socialistas.

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Un año después del fallecimiento de su progenitor fue detenida junto a su madre por la policía secreta y trasladada a "Villa Grimaldi", el peor centro de reclusión de la dictadura.

"Me separaron de mi madre. Me empezaron a interrogar. Me torturaron (...), me cuesta recordar, como que se me bloquearon los malos recuerdos. Pero lo mío no fue nada al lado de lo que sufrieron otros", relató en una entrevista.

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Tras ser liberadas, madre e hija se exiliaron en Australia y luego en la República Democrática Alemana, donde Bachelet prosiguió su carrera de medicina en la Humboldt Universitat, de Berlín.

Regresó a Chile en 1979, retomó sus estudios y se tituló como médico cirujana, al tiempo que se reintegraba a la actividad política y colaboraba con ONG de apoyo a hijos de torturados y desaparecidos.

Familiarizada desde niña con los temas castrenses, Bachelet también realizó un curso sobre estrategia militar en Chile y otro en el Colegio Interamericano de Defensa, en Washington.

En 1995 fue elegida miembro del comité central del Partido Socialista y en 1998 se integró a su comisión política, para posteriormente sumarse al Gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006) primero como ministra de Salud y después como titular de Defensa.

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En poco tiempo, Bachelet tomó el mando, demostró una estoica fortaleza y, sin rencores ni debilidades, se ganó el respeto de los militares.

Una de las situaciones que recuerda con mayor tensión es haber coincidido en el ascensor de su casa con uno de sus torturadores.

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Durante su gestión en Defensa, comenzó, además, a ganar popularidad en las encuestas.

Su imagen pública quedó marcada cuando, durante unas inundaciones en el sector norte de Santiago, apareció encaramada en un tanque dirigiendo la operación de rescate de los damnificados.

Ese día, según los analistas, nació el "fenómeno Bachelet", aunque pocos imaginaban que se convertiría en la primera presidenta de Chile (2006-2010) y en una líder política suficientemente convincente como para aglutinar tras de sí a formaciones políticas que van desde el centro hasta la izquierda.

Superando iniciales reticencias, Bachelet incluso ha logrado incorporar a su proyecto a un grupo de jóvenes diputados elegidos recientemente que hasta hace poco lideraron el movimiento estudiantil.

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Por eso, hay quienes auguran que su presidencia será "potente" e "intensa".

"Su Gobierno será el más difícil desde Allende y su programa, el más transformador desde entonces", comenta un cercano colaborador.

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Ella, con una tranquilidad que muchas veces irrita a sus adversarios, no muestra temor frente a los nuevos desafíos que se ha impuesto.

"Tengo experiencia para conducir este proceso con responsabilidad y gobernabilidad, porque nadie quiere una crisis en el país", aseguró.

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