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María no es una suegra que vigila nuestros errores: papa Francisco en Guayaquil

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María no es una "suegra" que nos vigila para alegrarse con "nuestras impericias o errores", en un momento de la homilía de la misa que celebró en Guayaquil y que dedicó a la familia.

María no es una "madre "reclamadora ni una suegra que vigila para solazarse de nuestras impericias, errores o desatenciones. ¡María es madre!: Ahí está, atenta y solícita", dijo en el parque de los Samanes antes cientos de miles de personas.

"María es madre, qué bonito suena", exclamó Francisco, quien exhortó a los fieles a repetirlo varias veces improvisando así sobre la homilía preparada.

Francisco explicó así el pasaje de la Biblia sobre las bodas de Caná cuando María pide a Jesús que ayude a los esposos que se han quedado sin vino

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El pontífice argentino explicó como en aquella ocasión "María acude con confianza a Jesús, María reza. No va al mayordomo; directamente le presenta la dificultad de los esposos a su Hijo" o va "a las amigas a criticar la falta de vino".

"Su premura por las necesidades de los demás apresura la hora de Jesús", agregó.

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Además, dijo el papa, María supo "transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura" y "nos recibió como hijos cuando una espada le atravesaba el corazón". 

La llegada del pontífice a Guayaquil

El papa Francisco llegó el lunes al gigantesco parque Samanes , en medio de una multitud profundamente emocionada que lo recibía con cánticos, flores y agitando banderas del Vaticano, de Guayaquil y de Ecuador.

La multitud, dividida en 30 bloques, algunos de los cuales lucían a media ocupación, se revolvía al paso del Papamóvil, desde donde Francisco saludaba, bendecía y prodigaba sonrisas a todos, que le devolvían los saludos ondeando banderas.

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 Agentes de policía e infantes de marina brindaban seguridad adicional al sumo pontífice. Los uniformados no dudaban en romper su propia misión para darse vuelta y tomar una fotografía a Francisco, que oficiará una misa campal en el lugar.

Poco antes estuvo en el Santuario de la Divina Misericordia, donde oró con cientos de enfermos oncológicos, ancianos y  gente muy pobre con quienes bromeó al ofrecer no cobrar por su bendición.

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"Antes de irme, les doy la bendición. No les voy a cobrar nada, pero les pido por favor que recen por mí, ¿me lo prometen?"  y la gente respondió al papa con un sonoro ¡Sí!

A su arribo a Guayaquil el papa fue recibido en el aeropuerto de esa ciudad por el vicepresidente Jorge Glass, el canciller Ricardo Patiño y el alcalde Jaime Nebot, quien le entregó las llaves de la ciudad, una joya diseñada con un topacio, perlas oro y plata.

 Algunos monaguillos que aguardaban en la pista se acercaron al Papa, quien aceptó tomarse unas fotografías con ellos.

Ecuador es la primera parada del papa en una gira que lo llevará también a Bolivia y Paraguay, tres de los países más pequeños y pobres de Sudamérica.

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En Samanes, donde las autoridades estimaron la presencia de unas 700.000 personas, la sensación térmica llega a los 39 grados centígrados y los bomberos cada cierto tiempo lanzan agua sobre la multitud, algunos de los asistentes son atendidos por insolación, también hay niños perdidos y a través de los altoparlantes piden calma a la multitud.

Los feligreses se protegían con sombrillas y ropa ligera y blanca del calor y la humedad en Guayaquil.En tanto miles de vendedores ambulantes de comida se ubicaron estratégicamente en el parque para, por un par de dólares, saciar el hambre de los feligreses.

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Tras caminar 40 kilómetros, Vicente Huilcatoma, un policía retirado y chofer de transporte escolar de 47 años, llegó a Samanes la tarde del domingo para buscar un buen lugar para ver al papa.

"Estoy cansado, con hambre, no he dormido, pero también siento emoción y gozo en mi corazón. He llegado a la zona más cercana para ver a Francisco. Vine a pedir por la salud de mi esposa y mis hijas. Ellas no pueden estar aquí conmigo", dijo a AP mientras mostraba orgulloso una camiseta con la leyenda "Con Cristo, el corazón nunca envejece".

Guayaquil, ubicada a 270 kilómetros al suroeste de la capital y la más poblada del país con 2,5 millones de habitantes, no estaba en los planes iniciales de la visita de Francisco, quien alteró su agenda para encontrarse con los feligreses de esa ciudad.

La edad no es impedimento para nada, repetía Guillermina Aveiga Dávila, una contadora jubilada de 90 años que llegó a Samanes en la madrugada del lunes desde su natal Chone, 185 kilómetros al suroeste de Quito.

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"No uso silla de ruedas aún. Hago mi esfuerzo y camino... Veo todavía perfectamente gracias a los lentes, aunque estoy un poco sorda del oído izquierdo. Al papa le pediré que interceda para que Dios me dé más salud. Quiero llegar a los 100 años", añadió.

Después de la misa, el papa se dirigirá al colegio jesuita Javier donde cumplirá dos actividades privadas: se encontrará con un antiguo amigo, el español Francisco Cortez García más conocido como Padre Paquito, a quien no ve desde hace 30 años, y almorzará con un grupo de 20 sacerdotes jesuitas de todo el país.

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Al final de la tarde regresará a Quito para completar la jornada con un encuentro privado con el presidente Rafael Correa y poco después visitará la Catedral, donde se espera que de un discurso.

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