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Casanare, la tragedia que sí fue

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Casanare es uno de los departamentos de Colombia con mayor extensión: tiene 44.490 kilómetros cuadrados, lo que representa el 3,9 % del territorio nacional y el 17,55 % de la Orinoquía de este país.
Las actividades petroleras y de agroindustria están presentes en todo el territorio y son el principal motor de la economía, pero también las responsables de afectaciones ambientales que ponen en riesgo el equilibrio de la biodiversidad biológica.
Los monocultivos como los de arroz y palma africana, que requieren de la devastación de miles de hectáreas de bosque silvestre y de la captación de agua para sus sistemas de riego, al igual que la actividad ganadera y, la más peligrosa de todas: la exploración y explotación del petróleo, han generado un deterioro irremediable en las sabanas inundables, en los nacederos de agua, en los esteros, morichales, lagunas naturales y en los ríos que bañan al Casanare.
En consecuencia, el fuerte verano de 2014 generó una mortandad de miles de especies cuya cifra aún no ha sido cuantificada con exactitud.
Chigüiros, galápagos, tortugas, reptiles, venados, osos palmeros, millones de peces, ganado, cerdos silvestres, etc., todos esos animales que hacían parte de una maravillosa riqueza natural murieron por la sequía que convirtió en desiertos sus reservorios de agua.
La sabana se secó por completo y los animales no tuvieron más alternativa que morir de sed y por la deshidratación de un espantoso calor que generó la catástrofe ambiental del Casanare.

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