La Navidad, una época de que para muchos es mágica, llena de regalos y unión familiar, para otros significa todo lo contrario porque no pueden disfrutarla.
Y no es para menos, es un trance exigente: de balances, confusión y realidades que se amplifican como las pérdidas, dolores emocionales, desencuentros o conflictos no resueltos.
Expertos en salud mental aseguran que es clave que las personas que tienden a deprimirse en estas fiestas, en algunos casos, deben buscar ayuda profesional y además poner límites claros a sus familiares y amigos, expresando abiertamente lo que desean y lo que no desean.
Por su parte, los demás deben respetar esos espacios y no presionar, porque obligarlos por ejemplo a ir a fiestas puede ser peor debido a que deben hacer un gran esfuerzo para parecer que están bien e incluso pueden sentirse culpables por no estar con el mismo ánimo que los demás.
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