Los residentes y propietarios se encuentran a la deriva, mientras esperan el resultado de estudios que determinen cuál es la situación real del inmueble.
Poco a poco, tímidamente algunos habitantes se asomaron a preguntar por sus cosas.
“Esperanzada de que nos dejaran sacar las cosas personales, pero nos dijeron que nos daban un informe al medio día a ver si podíamos hacer algo”, señaló Isabel Cañas, una de las 750 habitantes evacuada.
Atalaya les sacó lágrimas a sus habitantes y mostró la angustia que solo entiende quien tiene su casa y de pronto es obligado a salir de ella sin saber cuándo será el retorno.
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Detrás de cada evacuado hay muchísimos interrogantes; como los de Juan Gómez, un trabajador que todavía le está pagando su propiedad a los bancos.
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“Como cualquier persona de estrato medio, estamos pagando el apartamento. Afortunadamente los apartamentos aún están en garantía, con 10 años de garantía entonces eso nos tranquiliza un poco, aunque ahí está dentro del apartamento todo lo que uno ha conseguido durante muchos años”, manifestó Gómez.
Otro es el drama de Sebastián, un microempresario, cuya materia prima de su empresa se quedó en el apartamento que habitaba y ya ni siquiera tiene cómo trabajar.
“Tengo mi trabajo allá, tengo una empresa de polarizados y tengo todos los rollos allá adentro, la verdad estoy varado”, comentó Sebastián Cifuentes.
Los afectados llegaron en montón, algunos, sentados en los andenes, esperaron junto a sus maletas poder ingresar y sacar ropa, pero eso no ha sido posible.
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“Lamentablemente no pude sacar nada. Allá tengo mis documentos, toda mi ropa, tengo la misma ropa de ayer, afortunadamente tenía tenis en el carro porque si no todavía estuviera en tacones”, expresó Luisa Mejía, habitante evacuada.
En medio de la tristeza, voces y acciones de solidaridad, vecinos que ofrecieron algo de bienestar a los golpeados propietarios y arrendatarios.
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“Fueron muy solidarios con los habitantes de Atalaya; no les faltó el chocolatico, los panes, los sanduches, hasta pizzas llegaron”, indicó David Franco.
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Son 750 historias cuyo capítulo actual se escribe con letras de dramatismo. Familias enteras que esperan un final feliz para este drama, volviendo a habitar sus casas.
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