Aunque Barcelona, España, lo vio nacer, su espíritu siempre estuvo anclado al ambiente húmedo y caluroso de Barranquilla, ciudad que lo inspiró para hacer trascender sus sueños y finalmente plasmarlos en un lienzo.
Su vida de adulto comenzó como aviador, y aunque no fue precisamente en un avión que logró la fama, Alejandro Obregón alcanzó los más altos cielos del arte cuando entendió la herencia que su papá le había dejado.
Cien años después de su nacimiento, el legado del maestro Alejandro Obregón retumba en aquellos que hoy siguen en la lucha por calar con un mensaje que vaya en contra de la corriente, él lo hizo a través de sus pinturas.
El gran maestro tuvo la fortuna de vivir en un siglo en el que convergieron ambientes de cambio... una época revolucionaria. Él hizo parte de un grupo selecto de intelectuales que intentaron dejar un legado en un país que aún se debate en una inequidad social.
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“Sin duda alguna el legado artístico de Alejandro Obregón es el compromiso social y cómo a través de sus pinturas logró plasmar las desigualdades de una Colombia y una América Latina embestida por la violencia, tema al cual le dedicó su vida y obra”, manifestó el maestro Eduardo Serrano.
Muchos han comparado el legado de Obregón como pintor, con el del nobel de literatura Gabriel García Márquez, quien en vida fue uno de sus mejores amigos.
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Este artista contemporáneo un día aseguró que sus tardes en La Cueva en Barranquilla, con sus amigos de toda la vida, habían sido el motor para hablar de igualdad, paz y compromiso en las pinturas que lo llevaron a una fama que él no reconocía.
El maestro obregón tuvo un don que sobrepasó los límites de toda capacidad, revolucionando no solo la percepción del arte, sino su significado.