Aunque tienen sus rituales para protegerse, la falta de agua y alimentos los ha obligado a salir a protestar.
El sonido de la kasha o tambo y la danza de la yonna está siendo utilizados por estas comunidades en la Alta Guajira como acto de purificación para alejar el riesgo del COVID-19 de sus territorios.
Las rancherías están afectadas por la inesperada cuarentena que les impuso el gobierno. Son comunidades indígenas que viven del pastoreo, la pequeña agricultura, la pesca marítima y la elaboración de artesanías.
Durante los últimos días algunos wayú movidos por el desespero han dejado las rancherías solas para hacer retenes de protesta en la vía férrea y en las carreteras.
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