La sequía ha llegado a su punto crítico. Establecimientos comerciales como restaurantes, panaderías y tiendas deben suspender sus servicios ante la escasez.
Los dueños de estos lugares dicen que han invertido sus ganancias comprando carrotanques de agua potable para mantener a flote sus negocios.
Hasta 140 mil pesos semanales les cuestan estos camiones cisterna que suministran el líquido para cocinar los alimentos y realizar el aseo de manera diaria.
Sin embargo, no todos corren con la misma suerte. Pequeños tenderos se han visto obligados a cerrar sus locales al no poder garantizar la salubridad del lugar por la falta de agua.
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Los estragos de la sequía han llegado hasta los colegios y universidades, cuyos tanques de almacenamiento están vacíos.