El centro de Cali, uno de los lugares con mayor afluencia de habitantes de la calle, es el escenario del trabajo que hacen día y noche los samaritanos para ayudar a más de mil personas que conviven en medio del hambre y la necesidad.
Así es como uno a uno reciben la famosa merienda. Esta labor caritativa es dirigida por el padre José González, quién emprendió esta ardua tarea hace más de 18 años. “Lo hacemos porque hay hambre y porque hay gente que nos necesita”, afirma el Director de Samaritanos de la Calle.
Los beneficiados por la obra de caridad reconocen que vivir en la calle es difícil, por eso cada pan y el vaso de chocolate que reciben son considerados una bendición. “Llevo en la calle un poquito más de dos años y todos estamos pendientes a la chocolatada o al día que traen comida”, afirmó Maribel Gómez, habitante de la calle.
Asimismo, otro de los beneficiados por Samaritanos de la Calle, Víctor Bedoya, aseguró que, con la ayuda del padre González, logró superar la drogadicción. “Era un drogadicto y gracias a él estoy bien, cambié”, apuntó.
Publicidad
Son cerca de 600 personas las que cada ocho días se dan cita en este lugar para venir a ofrecer su servicio voluntario y dar de comer a quien tiene hambre. “Me encantó este trabajo porque cuando hablas con las personas tienes conversaciones más profundas que con mucha gente que vive en sitios más altos, entonces ves qué es la calidad y la prioridad de la vida, la salud y el amor”, afirmó Nora Haude, voluntaria.
El padre dijo que su la labor es seguir el mandato de Dios y que, hasta que su salud se lo permita, continuará dándole de comer al hambriento.
Publicidad