Rodrigo Corrales fue impactado cuando trataba de proteger a sus niños de la violenta riña que, cerca de su casa, protagonizaban pandillas.
“Venían atacando a un muchacho. Él salió a poner el candado de la puerta afuera cuando recibió el disparo”, asegura la esposa de la víctima.
Tenía 45 años, era vendedor informal y, según sus vecinos, nata tenía que ver con la rivalidad pandillera que se libra en Cartagena.
Entre la comunidad de Boston, donde residía desde hace 20 años, hay manifestaciones de dolor y repudio, porque la era reconocido por laborioso, pacífico y honesto.
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Este mes, en el mismo barrio, las riñas callejeras también dejan un niño herido, una tienda saqueada y varias casas averiadas por balas y piedras.