El animal de unos 210 kilos tenía una herida en sus aletas, por lo que fue llevada al centro de investigaciones del acuario en El Rodadero.
"La aleta estaba herida por una red de pesca y se encontraba a la deriva y el personal del centro envió la tortuga por vía marítima mientras por vía terrestre acomodábamos la logística para recibirla acá, le cortamos la malla que se encontraba en las aletas", explicó Carlos Zuluaga, médico veterinario del acuario El Rodadero.
La tortuga laúd presentaba serias laceraciones en su caparazón y aletas, los especialistas una vez sanaron sus heridas decidieron devolverla a mar abierto.
"Tiene siete quillas, su caparazón está compuesto por escudos óseos y por eso se llama tortuga laúd. Su caparazón puede llegar a medir dos metros; la que encontramos tenía un metro con 56 y el ancho medía 1.21”, señaló la bióloga Diana Tarazona.
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Los biólogos del acuario le instalaron un chip para ubicar la tortuga y así, evitar que sea cazada.
"Lastimosamente las tortugas marinas se encuentran en peligro de extinción por la alta contaminación y porque como ya sabemos las bolsas plásticas. Esta tortuga en particular su principal alimento son las medusas y las bolsas plásticas las confunde con su alimento", manifestó Tarazona.
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