Solo 16 mil residen en el departamento de forma regular y trabajan en restaurantes y peluquerías. Llegar hasta la región “es un calvario”, dicen migrantes.
Quienes permanecen indocumentados trabajan en semáforos o bailando en plazas y duermen “donde nos agarre la noche”, confiesa Moisés Espinosa.
“Alguien que nos ayude, que nos ayude y que el presidente (Nicolás Maduro) se deje ayudar para que no nos humillen más, para poder regresar a nuestras casas", es el clamor de Yolimar Cortez, una de las migrantes que reside en Bucaramanga.
Luego de Bucaramanga, los municipios de San Gil, Socorro y Barrancabermeja son los escogidos por los extranjeros para trabajar.
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La Personería local reveló que el 70% de los venezolanos indocumentados tienen edades entre los 20 y 35 años.
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