El tráfico de sustancias ilegales en esta zona produce inseguridad en el resto de la ciudad. En Soledad, desplazados por la violencia claman por ayuda.
Desde el aire se observa cómo en los callejones de expendio cierran los tejados para intentar evitar que autoridades vean como es el negocio.
Las casas parecen un queso gruyere, intercomunicadas por socavones y túneles, donde los consumidores canjean lo que se roban por vicio.
No hay un dato preciso de lo que se mueve en estas ‘ollas’ pero puede superar los 30 millones de pesos. Bazuco, marihuana y otros adictivos están a disposición las 24 horas del día.
En medio de este panorama hay gente honesta y trabajadora que dice que las bandas de Rebolo los están extorsionando. Salir a la calle es un riesgo.
"Aquí hay mucha inseguridad, lo rateros en cualquier momento uno sale y quieren estar robándolo a uno, mira hace poquito me iban robando el celular y me toco pelear con el ‘man’ y echarle la Policía", dice un habitante.
De Rebolo, el microtráfico sale a expender en otras zonas de Barranquilla. La gente exige una lucha frontal contra la delincuencia.
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Updated: febrero 20, 2018 01:52 p. m.