La tala indiscriminada está devorando bosques en Amazonas, Florencia, Meta y Guaviare. Cientos de especies están emigrando en busca de un nuevo hogar.
“Se ha visto desde años anteriores todo ese aumento de felinos que hay cerca de las fincas”, dice Mercedes Mejía, investigadora de la universidad de la Amazonía, sobre los impactos de atacar el ecosistema. En muchas de estas zonas, son los campesinos quienes están tumbando los árboles.
Para mitigar el impacto, la estrategia del Gobierno nacional ha sido resembrar más de un millón de árboles. Para la experta en estos temas, la solución es menos costosa y de mayor resultado. “No se necesitaría plantar árboles, sino aislarlos, aislar los sitios y después ellos se restauran prácticamente solos”, dice Mejía.
Esteban Cabuya, activista ambiental, considera que la solución no es “blindar estos territorios de licenciamientos que no nos funcionan y de procesos de deforestación de capitales externos que están presionando fuertemente las necesidades de la ruralidad en el Caquetá y la Amazonía”.
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El Ejército Nacional en el departamento del Caquetá promueve un proyecto denominado la ‘burbuja ambiental’, para blindar la Amazonía y ayudar en la meta nacional de siembra de árboles.
“Estamos buscando generar iniciativas y acciones que vayan en contra de las deforestaciones y nosotros como fuerza le estamos apuntando a la reforestación. Tenemos el ejemplo de la quinta división, unidades de alta montaña que han reforestado frailejón en Cundinamarca”, explica el general Germán López, comandante de la sexta división.
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Los municipios más afectados en Caquetá siguen siendo Cartagena del Chairá, San Vicente, Solano y, pese a estar cerca de las sedes de las autoridades ambientales, Florencia también está siendo talada.
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