Miembros de la Policía y del DAS lo usaron a él y a otros cinco inocentes para desviar las investigaciones. Hasta dijeron que era mano derecha de Pablo Escobar.
Un mes después de que Luis Carlos Galán Sarmiento fuera asesinado, el entonces contador del hotel Cosmos 100, Norberto Hernández, fue capturado por el Departamento Administrativo de Seguridad en Bogotá.
Lo primero que le exigieron fue reconocer a Alberto Jubiz Hazbún, capturado por supuestamente ser el hombre que le disparó al líder político el 18 de agosto de 1989. Luego, lo enteraron de la acusación que un informante hizo en su contra.
“Concretamente me acusaron de que yo había recibido de Pablo Escobar $250 millones para dárselos al señor Alberto Jubiz Hazbún. Es decir, yo (supuestamente) era el encargado de conseguir la persona de matar a Galán”, explica Norberto Hernández.
Las pruebas del DAS eran prácticamente públicas y algunas aterraban, como aquella que lo convirtió en mano derecha del cartel de Medellín. Un organigrama señalaba que él era el segundo al mando, después de Escobar.
El día más angustiante lo vivió el 6 de diciembre de 1989, cuando explotaron 500 kilos de dinamita en la sede del DAS, donde Norberto estaba preso. Ese atentado derribó paredes y barrotes, todos quedaron en la calle y allí conoció a Hazbún.
Su mayor preocupación fue cuando escuchó que para el mundo, él y Hazbún estaban muertos, según informes de radio que alcanzó a oír. Pese a esto, horas después estaba en la sede de la DIJIN y habló con el químico barranquillero.
Así fue su diálogo: “él me dice ‘¿usted es Norberto Hernández?, le digo ‘sí’. Entonces él me dice allá, ‘y yo soy Alberto Jubiz Hazbún. ¿usted es el que me va a matar a mí? Pues bueno, hermano, venga me mata, pero con una botella de ron, marica (risas)”.
Norberto dice que se abrazaron porque “ambos sabíamos que eso era un montaje”.
Treinta años después, Hernández dice que esa bomba no era para Maza Márquez, como todo el país lo creyó. “Esa bomba era para nosotros porque nos querían callar”, sentencia.
Seis meses duró tras las rejas, y si bien su nombre aparece como inocente en el libro de su amigo Alberto Jubiz, perdió su trabajo y con el tiempo los mejores años de sus dos hijos.
En el 2015, el Estado le pidió perdón a este contador. Aunque un año atrás le prometieron una indemnización, aún no ha recibido un peso.
Jubiz Hazbún murió en 1998 de un infarto.