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Presión de grupos armados en Arauca ha hecho que correrías de candidatos parezcan un acto suicida

Presión de grupos armados en Arauca ha hecho que correrías de candidatos parezcan un acto suicida

Según la Misión de Observación Electoral, este departamento tiene uno de los riesgos más altos por violencia en los próximos comicios. Informe especial.

Las campanas anuncian el inicio de una ceremonia muy sentida para buena parte de los habitantes de Arauca: la conmemoración de la muerte de monseñor Jesús Emilio Jaramillo, asesinado hace 30 años por miembros del Ejército de Liberación Nacional,  ELN, cuando era obispo de Arauca.

El padre Luis Fernando Millán, director de la Pastoral Social de la Diócesis de Arauca, dice que todavía esperan una respuesta de la causa del crimen.

“Eso es lo queremos nosotros como iglesia, que ojalá un día se sepa la verdad y, por eso, nos alegra la Comisión de la Verdad y que se sepa cuáles fueron realmente los motivos”, señala.

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No muy lejos de allí, el candidato a la Gobernación de Arauca por el Movimiento ADA, Álvaro Cristancho, dice, ante la Comisión de Seguimiento Electoral,  que tiene la respuesta del porqué asesinaron al obispo, hoy beato de la iglesia Católica.

“Lo mataron porque no quiso tolerar ningún condicionamiento del ELN, a él lo mataron porque no quiso cederle un ápice a la guerrilla”, afirma Cristancho.

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Y, acto seguido, lanzó lo que considera un secreto a voces que todos conocen en Arauca, pero que pocos se atreven a decir en público. El poder del ELN en el departamento.

“Ellos quieren influenciar estas elecciones para influenciar los presupuestos, que es una vergüenza que todos los que están aquí, y han ejercido como gobernadores y alcaldes, han tenido que darle la mordida a la guerrilla para subsistir y mantenerse. Eso no es mentira”, sostiene el candidato.

El auditorio se calentó y otros candidatos también sacaron unas palabras que tenían atoradas en la garganta.

Hemos recibido amenazas, yo no puedo salir al área rural de mi municipio, me siento encerrado en Puerto Rondón. Solo puedo ejercer mi derecho en el casco urbano”, asegura Carlos Vargas, candidato a la Alcaldía de Puerto Rondón.

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“A mí se me han negado todas las garantías, no puedo poner una valla, no puedo poner un pasacalle, no puedo salir a visitar a nadie. Tengo que salir con 20 o 30 policías y al otro día dicen: ‘el candidato de los paracos con la Policía’. Entonces, pone en riesgo la institucionalidad”, dice Juan Carlos Santamaría, candidato a la Alcaldía de Arauquita.

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Uno de esos candidatos que vive agobiado por los grupos armados es Luis Emilio Tovar, quien aspira a llegar a la gobernación por el Centro Democrático. ’El Pato’, como todos lo conocen, dice que está en la mira de los violentos.

“Para nadie es un secreto el dominio que tienen las guerrillas de las FARC y el ELN en territorios de nuestro departamento”, asevera.

Por eso, sus desplazamientos en la zona urbana y rural son limitados y en medio de estrictas medidas de seguridad.

Noticias Caracol acompañó a su equipo en una correría. Lo que en cualquier parte de Colombia sería el acostumbrado proselitismo político, aquí parece un acto suicida.

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Una nutrida caravana, conformada por varios equipos de escoltas de la Unidad Nacional de Protección, acompaña al candidato que cogió rumbo a la zona rural. En su vehículo blindado, Tovar confiesa cómo terminó su última salida al municipio de Fortul.

“Nos informaron que acababan de herir un soldado de los que estaban cuidándonos sobre la vía y ese soldado atacado nos llevó a tener que recortar el recorrido”, manifiesta.

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Mientras conversaban con el periodista, afuera, el anillo de seguridad se refuerza. La caravana se volvió más grande, soldados y policías contraguerrilla van custodiando el camino.

“Es muy complejo para donde vamos, la zona de Monserrate, pero la idea es que teníamos presupuestado visitarlo. Vamos acompañados del presidente, el cual tiene un esquema”, dice.

Semejante esquema de seguridad genera tensión en el grupo. Lo más complicado es cuando el candidato decide bajar de su vehículo para conversar con sus posibles electores.

“¡Uy, qué bueno ‘Pato’ que por fin se acordó de visitar a los pobres!”, le comentan.

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Tovar es un hombre tranquilo, pese a la compleja situación, no lleva puesto chaleco antibalas. Por eso, sus escoltas no lo descuidan un segundo, tampoco lo hacen los hombres que cuidan la periferia.

Mientras Tovar avanza con su agenda en la arriesgada visita, en la catedral Santa Barbara de Arauca, el director de la Pastoral Social hace un llamado a la reflexión.

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“Nos alegra mucho los acuerdos ya firmados por el Gobierno y las FARC, pero se necesita que también se lleguen a acuerdos con el ELN, porque este grupo es fuerte en el departamento y, si no hay acuerdos, la paz es a medias”, anota el padre Luis Fernando Millán.

Si eso algún día se logra en Arauca, tal vez, candidatos como Tovar no necesiten un ejército de escoltas para hacer política o tampoco tenga que caer otro mártir de la iglesia, eso depende de sus gobernantes. Los hechos, sin embargo, muestran otra cosa.

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