Como cada 2 de mayo, desde hace 17 años vuelven al lugar donde murieron unas 100 personas que intentaron refugiarse del enfrentamiento entre las FARC y paras.
María Pascuala Palacios recuerda como si fuera ayer aquel día en que salió de su casa con sus cuatro pequeñas hijas huyendo de la muerte, la misma que le arrebató a 25 familiares, entre ellos sus padres.
Después de 17 años, los sobrevivientes a la masacre de Bojayá lamentan que su región siga siendo amenazada y vulnerada, obligando a los habitantes a vivir en medio de la zozobra.
También cuestionan que ante el confinamiento de miles personas por el recrudecimiento de la violencia, la respuesta del Estado solo sea el aumento de la fuerza pública.
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“A las comunidades se le debe ayudar con propuestas productivas”, dijo Alexis Heredia Rojas, vicepresidente del Consejo Comunitario Mayor de la Asociación Campesina Integral del Atrato (Cocomacia).
Cerca de tres mil personas están confinadas actualmente en Bojayá por enfrentamientos entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Clan del Golfo, la mayor banda narcotraficante de origen paramilitar.
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