Desde la una de la madrugada recorren las siembras para protegerlas con sistemas de riego y fogatas. Boyacá, Cundinamarca y Santander, los más afectados.
En Une, Cundinamarca, los agricultores pasan la noche en vela, aguantando el frío con un tinto y una arepa de maíz, y siguen de largo durante el día, porque a las bajas temperaturas de la noche y madrugada se suma el inclemente sol del resto de la jornada, que eleva el calor hasta los 25 grados centígrados.
“Donde siga el verano así de intenso, a pocos días va a escasear el agua y vamos a perder nuestros cultivos porque, primero, se nos van a dañar por las heladas y, segundo, se nos van a dañar por la resequedad de la tierra”, afirmó Wilson Romero mientras regaba su cultivo.
Las cosechas de papa, cebolla, trigo y arveja, así como el sector lechero, son los más afectados por las heladas.
Además del sistema de riego, encienden fogatas. Dicen ser conscientes del riesgo que enfrentan, pero no ven otra opción para proteger su trabajo.
Solo en esta región del oriente de Cundinamarca, cerca de 500 familias podrían resultar afectadas por las bajas temperaturas y la sequía.