La etapa 9 del Giro de Italia entre San Salvo y Roccaraso (Aremogna), de 207 kilómetros, ofrece un prueba de fuego para los hombres de la general, con cuatro puertos, un total de 4.000 metros de desnivel acumulado y el ascenso final a Roccaraso para medir fuerzas.
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La jornada por los Apeninos se caracteriza por una gran desnivel que irá pasando factura en las piernas de los corredores. Después de un corto tramo a lo largo de la costa del Adriático, la carretera sube hacia el Guardiagrele, una cota no puntuable, y luego, en secuencia, toca subir el Passo Lanciano (1a), el Passo di San Leonardo (2a) y el Bosco di Sant'Antonio (2a).
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El Lanciano será exigente, el primer punto de análisis con sus 12,7 kms al 6,9 por ciento de desnivel medio. Tras el descenso el pelotón subirá al alto de San Leonardo, de 13,3 km al 4,9. Sin respiro se presenta el Bosco di Sant'Antonio, un 2a de 10 km.
Las cotas no puntuables, como en este caso las de Pescocostanzo y Rivisondoli, desgastarán más las fuerzas del grupo, que ya llevará cerca de 200 kilómetros acumulados.
En Roccaraso comenzará el ascenso final, de 9,6 km al 5,7 por ciento. Los últimos 2 km son al 7% con las pendientes máximas del 12. Otra prueba de fuego para conocer quienes se postulas como candidatos reales a la maglia rosa.
Así será la etapa 9 del Giro de Italia.
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