Varios luchadores se reúnen en el barrio comunista del sur de Bogotá para intentar resucitar este deporte en el país.
Nakamura Jr. salta por los aires para aplastar a un rival. Sus maromas y el fervor de un puñado de asistentes que lo observan son combustible para quienes intentan resucitar la lucha libre en Colombia.
Una máscara negra con llamas verdes oculta la identidad que este hombre de origen peruano guarda con recelo como parte del compromiso con su personaje. Y de un pacto con su papá, quien le cedió el nombre que lo hizo célebre en las décadas de 1970 y 1980.
Tampoco permite que se revele su edad. "Mi padre estuvo acá en la lucha libre en la época dorada, cuando estaba Rayo de Plata, la Sombra Espinoza, el Tigre Colombiano, el Jaguar de Colombia", dice a la AFP este joven antes de saltar al cuadrilátero. "Gracias a dios es que tengo este nombre y voy a debutar con él".
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A diferencia de cuando su padre se enfundaba el antifaz, esta noche no se escuchará la algarabía de miles. Tampoco hay peleadores famosos como los que mantenían prendida la llama de este fuego de combate.
A duras penas se oye el griterío de unos setenta espectadores reunidos en un local vetusto del Policarpa, el barrio comunista del sur de Bogotá.
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En Colombia la lucha libre "decayó principalmente porque no hubo promotores que continuaran cuando se murieron o se retiraron los iniciadores, no le enseñaron a otra generación a hacer el negocio", explica el experto en esta disciplina Orlando Jiménez.
En la época de oro descollaron colombianos como el Jaguar, que compitió en Estados Unidos e incluso grabó varias películas interpretando a El Santo, el icónico peleador mexicano.
Esta disciplina es una industria en México, Estados Unidos y Japón. A mediados de este mes, en un intento por reanimar el espectáculo, se programó en Bogotá una velada de cuatro luchas con estrellas mexicanas. Asistieron 8.000 personas, según los organizadores.
"Ahora se está recuperando una cultura global de la lucha libre y en países como Colombia (se) podría aprovechar que quedó una memoria enterrada", se ilusiona Jiménez.
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Nuevo aire
El ecuatoriano José Luis Espinoza creó hace seis años el campeonato Novato de Oro, en el que ahora se baten Nakamura Jr. y otros once juveniles.
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"Trabajamos con las uñas", afirma este hombre que a los 68 años aún combate bajo el mote de "La Sombra".
En la época dorada, recuerda, se juntaban hasta 11.000 personas por evento. Luchadores y promotores podían vivir de esta actividad, en parte gracias a las transmisiones televisadas.
Ahora cobra por entrada 15.000 pesos y el ganador solo se lleva un trofeo. "Ha habido ocasiones que digo 'ya no doy más', ya trato de claudicar, porque la verdad a veces uno pierde plata", apunta. "Pero el amor a este deporte" lo impulsa a continuar.
Con esa misma devoción Nakamura Jr. dedica cuatro horas diarias a su entrenamiento, tras largas jornadas como tatuador y camillero de hospital. Como luchador no recibe un centavo.
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"La lucha no es para todo el mundo, porque hay gente que viene y recibe tres golpes y ya, hasta allí llegan", señala. "En cambio ya es algo que corre por mi sangre (...), algo que no puedo dejar".
Entre sus rivales hay conductores de autobuses públicos y destazadores de carne.
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Suena la campana
Esta vez en el cuadrilátero lo espera Ray Dog, un auxiliar de bodega que el año pasado se coronó campeón de los novatos.
Alto, moreno y de espalda ancha, Ray Dog cubre el rostro con una máscara de tela roja. Parecen no intimidarle los tatuajes ni la herencia luchadora de su contrincante.
"La gente que entra acá cree que esto es falso, que esto es de mentiras, que los golpes son de mentira, pero esto es realmente duro", reconoce Ray Dog. Algunos sangran en plena batalla.
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La campana suena. Nakamura Jr. le estalla un tubo de neón en la cabeza a Ray Dog. Después le rompe otro en la cara. Ray Dog responde con llaves.
Pero el tatuador vuelve a tomar la iniciativa. Se trepa en las cuerdas y le brinca encima. Luego lo golpea con una silla y, tras menos de diez minutos de intercambiar golpes, la victoria es suya. Su próxima cita será en diciembre cuando compita por el título de Novato de Oro.
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"Como decía mi papá: 'como a ti te pegan, tú devuelve el golpe', y eso es lo que me gusta a mí. Me gusta sentir el golpe y sentir el rigor", explica Nakamura Jr. "Cuando ya deje de sentir lo que siento, esas ansias, esa angustia, dejaré de ser luchador".