Una de las razones han sido las guerras, que las obligaron a asumir roles distintos en la familia y la sociedad y endurecieron su carácter.
Ante el intento de ofrecerles una silla en el metro la respuesta es casi siempre la misma, no importa si son mayores o jóvenes: “No, gracias”.
"Nos basta con tener los mismos derechos de los hombres y que nos los respeten", dice una de ellas, Dasha Pávlov.
Y es que en Rusia, donde hay diez millones más de mujeres que de hombres, se inculca desde la infancia respeto por la cultura y los héroes de guerra, lo que ha incidido en el estilo de vida de la población femenina.
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