Según Philippe Brenot, psiquiatra y antropólogo, el objeto fue empleado por primera vez por Cleopatra, la famosa reina que asumió su puesto luego de la muerte de Ptolomeo XII.
Al parecer, ese primer vibrador se construyó con pocos elementos: rollo de papiro y abejas vivas. Según Brenot, Cleopatra acercaba el rollo de papiro para que vibrara cerca de sus genitales.
En el siglo XIX y XX existía un objeto que trataba de aliviar lo que en ese entonces algunos llamaban “histeria de las mujeres” (machismo, evidentemente), lo que no era otra cosa que una serie de síntomas, entre ellos dolores de cabeza y crisis nerviosas.
De acuerdo a un texto escrito por la historiadora de la tecnología Rachel Maines, los médicos fueron los primeros en utilizar los vibradores. Pero otros expertos no creen esta afirmación, pues era muy poco probable que los especialistas de la salud hicieran un tratamiento de ese tipo.
Documentos recopilados por Maines indican que durante siglos los médicos realizaron masajes pélvicos a las pacientes sin que esto tuviese un trasfondo sexual o erótico.
El sexólogo y médico Havelock Ellis recordó un estudio de 1913 que indicaba que casi el 75% de las mujeres “padecía histeria femenina”, pues acorde a sus investigaciones, los médicos creyeron por años que las damas eran “biológicamente débiles”. Eso, claramente, no es así.
Para lograr que las mujeres no padecieran más de "histeria", los expertos concluyeron que era necesario realizar un tratamiento que consistía en un masaje pélvico por medio de un vibrador médico. Al parecer, los doctores no sabían que les estaban generando orgasmos.
En 1952 la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) declaró que la catalogada como "histeria femenina" no era una enfermedad.
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