Parece "chiché" pensar que un sentimiento tan profundo como lo es el amor pueda convertirse, en un “abrir y cerrar de ojos”, en odio. Pero, según expertos en el tema, tan solo existe una delgada línea entre ambos.
El estudio titulado “Cuanto más profundo es el amor, más profundo es el odio”, explica que entre más se quiere románticamente a una persona, mayor es su aborrecimiento una vez se pone fin a la relación.
Escáneres demostraron que el patrón de actividad cerebral del odio también ocurre en las zonas que se activan con el amor romántico.
Los resultados, registrados en la revista académica ‘PLoS One’, arrojaron que al mostrarle a 17 individuos fotos de sus exparejas tuvieron el mismo sentimiento de odio.
Una investigación desarrollada a inicios del siglo XXI, liderada por el profesor Semir Zeki y John Romaya del Laboratorio de Neurobiología Welcome de la UCL, reveló que los dos sentimientos tienen la misma pasión, incluso, pueden “llevar a los individuos a actos heroicos y malvados”.
Zeki explicó que incluye factores de la corteza y la subcorteza. Por ejemplo, en el segundo se involucra la ínsula y el putamen, este último relacionado con la “percepción del asco y desprecio”.
El profesor mencionó que, tanto la ínsula como el putamen, también son activados por el amor romántico. El primero recibe información a través de vías sensoriales y envía un gran número de estímulos y, el segundo, se encarga principalmente del control motor del cuerpo.
El amor “desactiva” partes importantes de la corteza que se asocian con el razonamiento y el juicio, pero el odio tan solo logra interferir con una pequeña zona. Incluso, puede que luego de que haya terminado con su anterior pareja no lo aprobara como lo hacía cuando estaba enamorado, pues ahora usted es mucho más crítico.
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