Cada 13 de abril se recuerda el beso más largo del mundo, el cual duró 58 horas y 35 minutos, rompiendo así un récord mundial.
Un matrimonio tailandés fue el que quiso ser parte de la historia del Libro Guinness. Para lograr tener el beso más largo del mundo debieron invertir cerca de dos días e, incluso, no pudieron separar sus labios ni para ir al baño.
Todo ocurrió en un concurso que se desarrolló en la ciudad de Pattaya, Tailandia. Gracias a que no dejaron de besarse, pudieron llevarse a casa un gran premio: $3,300 dólares y dos anillos de diamantes.
De acuerdo al estudio ‘Examinando las posibles funciones de los besos en las relaciones románticas’ de la Universidad de Oxford, estas muestras de afecto logran que el cerebro libere un “cóctel de sustancias químicas” que brindan una sensación de felicidad, entre ellas oxitocina, dopamina y serotonina. Además, reduce la hormona del estrés, el cortisol.
Beso francés: se cree que este es el más popular de los besos. Las lenguas de ambas partes entran en acción.
Dependiendo de la situación, puede apostar por esta muestra de afecto si quiere estimular la parte externa del oído de su pareja.
Este no necesariamente necesita la participación de los labios, tan solo bastará que junto a su pareja froten sus narices una con la otra.
Puede que este tipo de beso le genere una sensación de cosquillas a su pareja. Deberá batir sus pestañas cerca a las de su compañero o en cualquier otra parte del rostro de su ser amado.
Según el libro ‘Kamasutra’, un texto hinduista que aborda el comportamiento sexual humano, el beso suele darse al final de una relación sexual. Alguno debe dejar caer su cabeza sobre el pecho o muslo de la pareja y darle un suave beso en los labios.
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