La experta Kate Moyle comparte que este tipo de relación íntima es “sexo con alguien que odias. Para algunas personas puede ser muy apasionado y para otras es el medio perfecto para expresar emociones”.
Dependiendo de la situación, ciertos individuos utilizan esta práctica para “castigar o vengarse”. Bien sea que ambos se detesten o solo uno de los implicados tenga esos sentimientos “negativos”, al intimar se manifiestan aquellas emociones, haciendo que el encuentro sea más pasional.
El profesor de la Universidad de la ciudad de Birmingham, Craig Jackson, citado por Metro UK, dice que el odio y el intimar hacen que las parejas quieran realiza una “microagresión”.
Un estudio publicado en la revista Human Brain Mapping, indicó que al sentir atracción por alguien se liberan tres sustancias o neurotransmisores: adrenalina, serotonina y dopamina.
Por ejemplo, cuando está enojado su cuerpo libera adrenalina, pero en vez de querer huir, busca quedarse y experimentar qué puede "esconder" esa persona que le irrita tanto.
A pesar de que muchos practican el sexo de odio para liberar frustración o disgusto, esta no es la mejor manera de hacerlo, pues nunca se va a confrontar el porqué se siente el disgusto hacia el otro.
Todo depende de cada individuo. En ciertas ocasiones la satisfacción brota a flor de piel, pero es más común que al finalizar se manifiesten pensamientos negativos y se cuestione la propia moral y ética.
Si al principio no se establecen reglas claras sobre lo que se espera de esa relación, puede que algunas de las partes implicadas se enamore y termine con el corazón roto.
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