En el Bajo Atrato, Chocó, se sospecha que una comunidad indígena tiene COVID-19 luego de tres muertes por causas desconocidas. Una comisión viajó a la zona.
Disman Mecheche, promotor de salud en Peñas Blancas, cuenta que una de las víctimas tenía tos seca y aparentemente falleció por una pulmonía.
En medio de esa incertidumbre, los pobladores no quieren a los indígenas en sus calles.
En la comunidad embera hay 96 personas enfermas.
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Una comisión liderada por el secretario de Salud de Riosucio partió a la zona a verificar la situación. El equipo lleva elementos para recoger pruebas y posteriormente determinar si se trata de casos positivos para coronavirus, un escenario que sería catastrófico para el municipio.
“Nosotros hemos dicho que no tenemos cómo atender un solo caso que se nos presente de COVID-19 aquí en el municipio. Entonces le pedimos al gobierno nacional que nos apoye en el centro de salud”, sostiene el alcalde Conrad Valoyes, alcalde de Riosucio.
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Y es que la denuncia del mandatario pone al descubierto la vulnerabilidad de la población que solo cuenta con un modesto centro de salud para atender a los 55 mil habitantes del pueblo y a los que puedan llegar de las poblaciones vecinas.
A la falta de infraestructura médica se une la pobreza estructural del pueblo. Aquí es muy difícil mantener el confinamiento cuando ni siquiera existe acueducto, dicen los habitantes del pueblo, conscientes del abandono histórico de la región.
En el pueblo todos ruegan para que las pruebas salgan negativas de lo contrario empezara a escribirse un nuevo capítulo de su dolorosa historia.
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