Roberta Bell se había desempeñado durante ocho años como guardia en las cárceles de Estados Unidos, pero perdió su empleo debido a que quedó en medio de conflictos de intereses entre la penitenciaría y su gran corazón.
Katie Bourgeois, una reclusa que estaba a punto de cumplir su sentencia en el Centro de Transición para Mujeres de Louisiana, Estados Unidos, se encontraba desesperada buscando a alguien que se pudiera hacer cargo de su bebé, quien nacería en mayo de 2023.
“Sentí pánico, no tenía a nadie que me ayudara y no quería que enviaran a mi bebé a los Servicios de Protección Infantil”, contó Katie.
Roberta explicó que el temor de Katie se centraba en que luego no pudiera encontrar a su hijo, así que cuando se enteró que había una guardia que amaba a los bebés acudió a ella para pedirle su ayuda.
Roberta le contó al medio WLOX que ella primero habló con los directivos del centro penitenciario para asegurarse de que no hubiera ningún problema por querer cuidar al niño, pero no recibió respuesta.
Tres días antes de que Katie diera a luz, los directivos le preguntaron a Roberta si era verdad o no que ella se haría cargo del niño, al responder que sí lo haría y que ya le había entregado sus datos personales a la reclusa, la despidieron.
“Le dije: ‘Mayor Murray, si el hospital me llama para que vaya a buscar al bebé, lo voy a hacer’. Él respondió: ‘Bueno, voy a tener que despedirte’”, relató Roberta.
Justificaron su despido argumentando que ningún guardia puede compartir datos personales con los presos.
Roberta cuidó durante dos meses al pequeño Cayson, hasta que Katie cumplió su condena por cargos de drogas el 4 de julio.
Roberta y Cayson fueron a buscar a Katie cuando salió de la cárcel, pues la exguardia quería que madre e hijo pudieran reconocerse prontamente.
Debido a que Katie no tenía a dónde ir, Roberta le ofreció vivienda y comida mientras esta madre primeriza encuentra un empleo y puede ahorrar lo suficiente como para vivir por su cuenta.
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