Tras vivir varios años con un dolor punzante y debilitante en la zona abdominal, Jessica Jordan, de Texas, Estados Unidos, acudió al médico.
Los galenos la diagnosticaron con granulomatosis con poliangeítis, una enfermedad autoinmune que causa hinchazón e inflamación de los vasos sanguíneos y puede afectar a los pulmones y los riñones.
“Tenía mucho dolor, como en todas partes. Cuando me diagnosticaron, mi cuerpo ya se estaba apagando y eso afectó mis riñones porque es una enfermedad muy agresiva”, contó al programa Good Morning America.
“Casi muero cuando me diagnosticaron hace 12 años, pero el tratamiento y todo funcionó bastante bien”, detalló.
A pesar de que los tratamientos médicos funcionaron durante un tiempo, los doctores le advirtieron que eventualmente necesitaría un trasplante de riñón.
Al principio, su familia planeó que su hermano le donara el riñón, pero él falleció a causa del COVID-19, en 2021.
Cuando Jessica debió someterse a un tratamiento de diálisis, su hija, Brooke Lyle, decidió donarle un riñón para salvar su vida.
Jessica no estaba de acuerdo con que la joven, de 18 años, le donara el órgano y argumentó que ella aún tiene una larga vida por delante.
Tras analizarlo durante un tiempo y consultar con personal médico, madre e hija entraron al quirófano del Baylor Scott & White All Saints Medical Center en Fort Worth, Texas.
“Ambas estamos sanas y los médicos me dicen que tengo un riñón fantástico. Enseguida empezó a funcionar y me siento genial. Ella me salvó la vida”, comentó Jessica.
Por medio de su historia, Brooke quiere concientizar sobre la importancia de la donación de órganos.
“Mucha gente no lo sabe, pero se puede vivir con un solo riñón. Si puedes donar ahora, hazlo o dona cuando mueras. Dale vida a otra persona”, dijo la joven.
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