Desde que tenía 3 años, Monette Dias soñó con algún día llegar al altar. Gracias a las historias infantiles y películas románticas, ella deseaba vivir un cuento de hadas.
Le contó al medio The Sun que “provengo de una educación muy religiosa y, a medida que crecí, me enseñaron que el sexo antes del matrimonio estaba prohibido y, a medida que pasaban los años, soñaba con tener la boda perfecta de cuento de hadas”.
A los 18 años conoció a su primer amor: Steve. Debido a que “no podían quitarse las manos de encima”, y a pesar de que solo llevaban un mes de relación, él sugirió casarse.
Sin pensarlo dos veces, Monette aceptó unir su vida a Steve. “Tan pronto como dijimos ‘Acepto’, consumamos nuestro matrimonio y ciertamente la espera valió la pena”, relató.
Tras 10 años de matrimonio y tres hijos, la pareja se divorció porque había concluido que se casaron “muy jóvenes y sin conocernos genuinamente”.
Pero el corazón de Monette se recuperó rápidamente de la separación. Unos meses después conoció a Dean, quien era 6 años menor que ella.
Al igual que con Steve, la pareja deseaba tener relaciones íntimas, así que 6 meses después de estar saliendo, Dan le preguntó a Monette si quería ser su esposa, a lo cual ella aceptó.
“Pero Dean era inmaduro, así que nos divorciamos un año después. A pesar de su inmadurez, teníamos algo especial, así que seis meses después nos volvimos a casar. Di a luz a mi cuarto hijo y a los 18 meses nos volvimos a separar”, contó.
Luego conoció a Rob en un sitio web de parejas religiosas; a Sam en un bar; a Jamie y a Lewis en una aplicación de citas; a Alex se lo presentó una amiga; a Ollie lo vio en la escuela, pero se reencontró con él gracias a Facebook; y Jeremy pasó de ser un amigo a su esposo.
A pesar de que intentó que esta relación funcionara yendo a un campo de entrenamiento matrimonial y pudo sanar algunas heridas del pasado, volvió a divorciarse, esta vez porque sufrió violencia doméstica.
Estuvo 10 años soltera hasta que conoció a Joshua en un sitio en línea. A los tres días de verse él le dijo que la amaba y al poco tiempo le propuso matrimonio. Dos años después, la relación también terminó.
No pierde la fe de que encontrará a su “príncipe azul”. Asegura: “He aprendido de mis matrimonios, y si me vuelvo a casar, juro que será para siempre”.
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