Kelly Boyle, una mujer de 35 años, pasó un gran susto luego de que su amado gato, Rascal, empezara a toser constantemente y creyó que se trataba de una bola de pelo atorada.
Esta mujer, que reside en Escocia, le contó al portal NeedToKnow que “no podía dejar de entrar en pánico y pasé muchas noches sin dormir preocupándome por mi pequeño”.
La tos empeoró, a tal punto que parecía que el gato roncaba cuando intentaba respirar.
Llevó al minino a un veterinario y, luego de una toma de exámenes (incluidos radiografías y análisis de sangre), el doctor le informó a Boyle que el gato estaba padeciendo una rara afección: asma felina.
De acuerdo con la Universidad de Cornell, citada por New York Post, el asma felina solo afecta al 5% de los gatos a nivel mundial y se debe tratar con inhaladores.
A pesar de que el tratamiento parece ser asequible, a Boyle le costó 30.000 dólares.
“Tiene más problemas durante la primavera y el verano, donde requiere más ayuda de los veterinarios, pero los inhaladores le han permitido llevar una vida muy activa y feliz”, comentó.
Rascal debe utilizar tres inhaladores diarios.
Además, luego de que le diagnosticaron asma felino, los veterinarios también notaron que Rascal padece la enfermedad del disco intervertebral, una afección en la espalda.
Algunos la han criticado por invertir 30.000 dólares en la salud de Rascal, pero ella enfatiza que él es su “alma gemela” y que ha valido la pena ayudar a mejorar su calidad de vida.
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