Un hijo toca su acordeón frente a la casa de sus padres y ellos bailan en señal de agradecimiento. Postales de cariño verdadero que deja la cuarentena.
Son canciones para abrazar a la distancia, después de que un virus microscópico arrodillara al mundo y lo pusiera a reflexionar sobre su forma de vivir.
Pero también hay que ver la otra cara del coronavirus COVID-19 , la que enaltece el espíritu humano, que no se rinde y que profundiza sus sentimientos.
Gonzalo Acuña es un ejemplo del amor de un hijo por sus padres, una pareja de adultos mayores de la que se separó para bajarles el riesgo de contagio.
Publicidad
El aislamiento hizo que Gonzalo tomara su acordeón y fuera todos los días a darles serenata, para abrazarlos con canciones.
Sus padres, agradecidos y felices, bailan con cada tonada. Una escena que se repite cada día frente a la ventana de su casa, en la ciudad de Hualén, en Chile.
Publicidad