Investigadores explican que cuando se acaricia a un perro, por ejemplo, el cuerpo libera oxitocina. Algo que pasa también al sostener a un niño.
“Cuando simplemente miras a los ojos a un perro durante un periodo de tiempo, tu cuerpo comienza a liberar oxitocina y el cuerpo del perro comienza a liberar oxitocina al mismo tiempo. Es un vínculo que existe entre los humanos y sus hijos, pero ahora existe con otra especie”, señala Chuck Kopczak, curador del Centro de Ciencias de California.
Andrea Rodríguez explica que “oxitocina es la que llaman la hormona del amor porque favorece que, esa relación que se está construyendo, permanezca en el tiempo. Es la que nos hace mantener el vínculo vivo”.
Expertos aseguran que, quienes conviven con animales de compañía, tienen menos probabilidades de sentirse solos y caer en cuadros depresivos.
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Además, las mascotas ayudan a disminuir el estrés porque reducen los niveles de cortisol, la tensión arterial y la frecuencia cardiaca. También elevan la autoestima y generan espacios para tejer relaciones interpersonales.
Ya lo sabe, el amor sí tiene explicación y se halla en el cerebro. Todo empieza con una mirada.
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