La comunidad de la isla Sajalín, en Rusia, quedó sorprendida al conocer el caso de una abuelita de 80 años que vivió la mayor parte de su vida con una aguja insertada en la cabeza.
Este se ubicaba en el lóbulo parietal izquierdo y, al parecer, no le causaba ningún problema para desarrollar una vida común.
Al indagar el motivo de la existencia de la aguja en la cabeza, se enteró que cuando era una bebé había sufrido un intento de infanticidio por parte de sus padres.
Según el medio TN, en 1943, cuando Rusia aún era parte de la Unión Soviética, allí se padecía una gran devastación económica, llevando a millones a morir de hambre.
El Ministerio de Salud de Sajalín indicó que muchos padres “llegaban al extremo de matar a sus hijos recién nacidos” porque no tenían cómo alimentarlos. Para asesinarlos, solían clavar una aguja en el cerebro del infante.
Clavaban la aguja en el punto blando de la cabeza de los bebés conocido como fontanela, la parte donde el cráneo todavía no se ha terminado de unir.
Los médicos de la abuelita decidieron no someterla a una cirugía cerebral porque temían que esta pudiera representar un riesgo para su salud debido a su avanzada edad.
Ni la mujer ni los médicos explican cómo logró sobrevivir y llevar una vida saludable.
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