Una tarde de trabajo común terminó convertida en una anécdota que jamás olvidará Colin Deveraux, un ganadero australiano.
Le contó a la emisora nacional ABC que estaba trabajando sobre el río Finniss, en el Territorio del Norte, cuando vio que cerca se formó un pequeño estanque debido a que el agua había bajado.
Intentó pescar, pero se dio cuenta de que en el agua no solo estaban estos animales, así que se dispuso a salir de allí lo más pronto posible.
“Di dos pasos y el sucio bastardo (el cocodrilo) se aferró a mi pie derecho. Fue un agarre fuerte. Me sacudió como a un muñeco de trapo, se lanzó como unos tres metros y me jaló”, relató.
Pateó la cabeza del caimán, pero se cayó y su rostro quedó al lado del animal.
En medio de su desesperación, le mordió el párpado, lo cual describió como “bastante grueso, como agarrarse el cuero”.
“Tiré hacia atrás mis dientes y después de aproximadamente un segundo, él me soltó. Creo que me persiguió tres o cuatro metros, pero luego se detuvo”, reveló.
Cuando se encontraba a salvo, intentó detener la hemorragia que tenía en la pierna atando una cuerda. Fue al hospital y le informaron que tenía un severo daño en los tendones y dos prolongados cortes en el pie.
Los doctores tardaron 10 días en limpiar la herida del barro y las bacterias. Para restaurar la pierna debieron aplicar un injerto de piel y grapas.
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