En 2019, Megan Royle, una londinense de 32 años, sintió que su vida se acababa cuando le diagnosticaron cáncer de piel. Esto sucedió luego de que un especialista analizara un lunar que le apareció en el brazo.
Le realizaron una biopsia y le informaron que padecía melanoma, considerado el tipo más grave de cáncer de piel.
Acudió a otro hospital para obtener una segunda opinión. Le realizaron otra biopsia y el médico estuvo de acuerdo con que padecía cáncer.
Previo a iniciar un tratamiento de inmunoterapia, el cual duró 9 ciclos, Megan se sometió a una cirugía para extirpar aquel peligroso lunar.
Con la esperanza de algún día convertirse en madre, optó por congelar sus óvulos, pues le advirtieron que el tratamiento podía afectar su fertilidad.
Tras haber terminado el tratamiento, en 2021, le informaron que el cáncer había desaparecido. Por ello, Megan optó por mudarse al norte de Inglaterra.
Allí acudió a un nuevo hospital para que examinaran su historial médico y así la pudieran atender en caso tal de que la enfermedad regresara.
Pero, para su sorpresa, le informaron que el diagnóstico que le entregaron hacía dos años fue erróneo y que jamás padeció cáncer.
“Pasé dos años creyendo que tenía cáncer, pasé por todos los tratamientos y luego me dijeron que no había ningún cáncer”, comentó al medio The Sun.
Megan buscó a un abogado especialista en negligencia médica para demandar al centro médico.
Su abogado, Matthew Gascoyne, recalcó que Megan “sufrió enfermedades durante todo el tratamiento, por lo que fue un momento difícil para ella. Además, tuvo un impacto psicológico el saber que nunca padeció cáncer de piel”.
“Uno pensaría que la emoción inmediata sería de alivio, y en cierto sentido lo fue, pero yo diría que las emociones fueron de frustración e ira”, relató Megan.
El hospital que la atendió inicialmente le ofreció disculpas por la “angustia causada”. Por medio de su abogado, Megan llegó a un acuerdo con el centro médico.
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