George Anderson, un hombre que murió a los 81 años en un asilo de ancianos en Kirkby, Liverpool, Reino Unido, dejó una gran herencia.
Según el medio Liverpoolecho, “nadie podía reclamar” el dinero, pues el adulto mayor no tenía parientes conocidos o cercanos. Además, no dejó ningún testamento.
Se le pidió a la firma profesional de genealogía testamentaria del Reino Unido, Finder International, que buscara parientes de George con derecho a heredar su patrimonio.
La suerte le sonrió a Anna Phillips, una mujer de 65 años de Tasmania.
Cuando la firma le envió una carta explicándole que debía reclamar la herencia (de más de 229.000 dólares o más de 908 millones de pesos), Anna pensó que se trataba de una estafa.
“Nunca había oído hablar de él en mi vida. Recibí una llamada y fue surrealista escuchar que estaba relacionada con este hombre que nunca conocí y que había sido rastreada como beneficiaria de su patrimonio. Fue increíble”, contó la mujer.
La madre de George, Elizabeth Phillips, era hermana de Thomas Phillips, quien a su vez fue abuelo de Anna.
“Es una pena que nunca nos conocimos. Todo el proceso nos ha ayudado a volver a ponernos en contacto con una familia extensa y la oportunidad de tener un árbol genealógico completamente trazado es realmente algo especial”, relató Anna.
Con el dinero recibido, Anna pagó parte de su hipoteca y le dio el resto de la herencia a sus hijos.
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