Tras las masivas protestas registradas en las últimas semanas, el presidente desistió de participar en los próximos comicios.
Su decisión se produce en medio de una oleada de protestas masivas en todos los rincones de Argelia y entre rumores sobre su verdadero estado de salud, ya que el mandatario, de 82 años, estuvo ingresado en un hospital de Suiza durante quince días hasta este domingo.
En un comunicado leído en el principal informativo de la noche, Buteflika anunció también el aplazamiento de las elecciones presidenciales previstas para el próximo 18 de abril y la apertura de un periodo de transición que permita elegir en las urnas a un sustituto.
El proceso de transición se vertebrará a través de la convocatoria de una conferencia nacional "independiente e inclusiva", cuyos detalles no ofreció, y de la formación de un Gobierno de unidad nacional que tutele todo el proceso.
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En este sentido, la renuncia de Buteflika, quien llevaba dos décadas en el poder, a la reelección para un quinto mandato consecutivo llega acompañada con la dimisión del primer ministro, Ahmed Ouyahia, y de todo su Gabinete.
La decisión se produce apenas tres semanas después de que cientos de miles de argelinos salieran pacíficamente a las calles del país para exigir la renuncia del mandatario y la caída de régimen, al que acusan de corrupto.
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Las movilizaciones arrancaron hace varios meses en los campos de fútbol y saltaron a las calles del país el pasado 22 de febrero, dos días antes de que fuera trasladado a Ginebra para ser hospitalizado y antes de que el régimen suspendiera la inauguración del nuevo aeropuerto de Argel, a la que iba a asistir.
Desde entonces fueron creciendo cada viernes y mutando para pasar de ser una protesta contra el quinto mandato de Buteflika a convertirse en un clamor popular de centenares de miles de personas contra la corrupción de un régimen dominado por el Ejército y los servicios secretos desde la independencia de Francia en 1962.
En la presidencia desde 1999, Bouteflila sufrió en 2013 un "derrame cerebral" que mermó sus facultades físicas y que ya le impidió hacer campaña en las presidenciales del año siguiente, aunque ganó los comicios.
Desde entonces no habla en público, se mueve en una silla de ruedas empujada por su hermano Said y sus apariciones públicas son escasas, reducidas a las imágenes grabadas por la cadena estatal con motivo del consejo de ministro o de visitas de altos dignatarios extranjeros.
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Hace un lustro que no viaja al extranjero y en los dos últimos años ha cancelado en el último momento por "recaídas de salud" reuniones ya confirmadas con altos responsables como la canciller alemana, Angela Merkel, o el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamad bin Salmán.