Cristian Felipe Martínez, de 17 años, estaba con un grupo de amigos en una fábrica desocupada en Buenos Aires cuando recibió tres disparos.
“Hablamos como a las 3:30 a.m. y yo le dije ‘hijo, ya para la casa’ y él me dijo ‘si, mamita, ya voy que estoy pintando un techo’, y me colgó”, cuenta Johanna Rodríguez, mamá.
Pero no hubo regreso. Minutos después de esa conversación, empezó una trágica cadena de hechos.
Al parecer, vecinos alertados por los ruidos llamaron a la Policía. Un patrullero merodeó el lugar, pero no vio a nadie. De nuevo solos, Cristián Felipe empezó a bajarse y en ese momento un vecino le disparó tres veces. Los amigos aseguran que el joven intentó explicarle que no estaba haciendo nada malo.
Los habitantes del sector aseguran que, aparte de las pinturas el grupo, no había daños ni señas de comportamientos agresivos o delincuenciales.
El autor de los disparos, un hombre de 38 años, fue detenido y en su defensa argumenta que confundió a la víctima con un ladrón.
Ante el hecho, a madre pide justicia y asegura que “no era un criminal, era un artista”.
Pintar grafitis en propiedad privada es penado por la ley argentina. La justicia de ese país deberá determinar si se trató de un acto de defensa propia o una agresión contra la vida.
Updated: agosto 02, 2018 01:04 p. m.