La falta de dinero efectivo y la hiperinflación han hecho que los venezolanos tengan que apelar a esa vieja práctica.
Y no solo ocurre en Caracas. Quienes viven en el interior del país, donde la crisis es aún más severa, usan el trueque para obtener proteínas como el pescado.
Ahora bien, no únicamente intercambian alimentos. La devaluación del bolívar es tan drástica que la población prefiere recibir productos, incluso, a cambio del arriendo de una vivienda.
El gobierno de Nicolas Maduro aumentó el salario mínimo mensual en 375 por ciento, una medida que no apalea la difícil situación por la que pasan miles y miles de personas.
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