Reiteró que cumplirá “a quienes han tomado el camino genuino de dejar la violencia”, pero advirtió que no permitirá “burlas”.
Este es el discurso completo de Iván Duque ante la Asamblea General de las Naciones Unidas:
“Presidenta de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, María Fernanda Espinosa
Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres
Excelentísimos Señores, Jefes de Estado y Jefes de Misiones:
Tengo el inmenso honor de dirigirme por primera vez a esta Asamblea, cargada de historia y trascendencia, como Presidente de Colombia.
Vengo con el orgullo de haber sido elegido con la más alta votación de nuestra historia electoral y al mismo tiempo como miembro de una nueva generación de colombianos, motivada por unir a nuestro país en torno a objetivos comunes.
Colombia es un país mágico, donde conviven múltiples razas, regiones, costumbres y ecosistemas.
Es una nación donde la cultura, el patrimonio ancestral, la naturaleza y el espíritu laborioso y servicial de nuestra ciudadanía, define la grandeza resiliente de una sociedad que no se doblega ante ninguna adversidad.
Nuestra fuerza patriótica, trabajadora, incansable ha hecho de Colombia un pueblo que se ha ganado el respeto del mundo, el interés de la inversión y que construye un camino de progreso con instituciones democráticas.
Hemos mantenido el crecimiento económico en medio de complejas volatilidades regionales.
Hemos visto transformar las ciudades y dinamizar los sectores productivos, expandiendo la clase media, mientras nos acomodamos a los retos de la globalización.
Hemos avanzado en la equidad entre hombres y mujeres en el mundo laboral y educativo. Para reconocer este avance nombré el primer gabinete paritario entre hombres y mujeres de la historia de mi país. Pero hay mucho por hacer en este frente y seguiremos avanzando.
El orgullo de contar esta historia me compromete como colombiano y me motiva aún más cuando en el año 2019 celebraremos el Bicentenario de nuestra independencia.
Hoy más que nunca debemos estar motivados con lograr la justicia social, rechazar los odios, las polarizaciones, las revanchas y concentrarnos en lograr un pacto por Colombia: un pacto por la equidad.
Esa es la invitación que estamos haciendo: que construyamos un plan y una agenda de Desarrollo para definir las políticas de Estado en las próximas décadas, teniendo como referente alcanzar para el año 2030 los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en un marco de legalidad y emprendimiento que nos lleve a la anhelada y necesaria equidad para cerrar las brechas sociales.
El pacto que proponemos busca la legalidad. La paz es un objetivo de todos los colombianos y todos, absolutamente todos, vamos a trabajar por ella. Pero la paz requiere ser construida con el imperio de ley que combina los bienes públicos de seguridad y de justicia.
Nuestro gobierno va a trabajar para que el proceso de desmovilización, desarme y reinserción adelantado en los últimos años salga adelante con éxito. Les brindaremos a quienes han apostado por una genuina reincorporación a la legalidad, sujetos a los principios de verdad, justicia, reparación y no repetición, las debidas oportunidades de progreso y de protección.
Agradezco el apoyo de las Naciones Unidas por su compromiso para contribuir a que este proceso sea exitoso y por esa razón hemos pedido que continúen con esa tarea.
De igual manera vamos a trabajar para que lleguen a todas las regiones del país, principalmente a las que han sido golpeadas por la violencia, los recursos y las inversiones que generan esperanza.
La propia Misión de las Naciones Unidas en Colombia al igual que nuestros órganos de control saben que nuestro gobierno recibió un proceso frágil en varios frentes. Primero está la fragilidad presupuestal: se realizaron muchos compromisos sin destinar suficientes recursos. Y segundo está la fragilidad institucional: se creó una dispersa y compleja arquitectura que ha sido hasta ahora incapaz de avanzar eficientemente hacia los objetivos.
Reitero a esta Asamblea que nuestro propósito, el propósito de Colombia, es cumplirles a quienes han tomado el camino genuino de dejar la violencia. Esperamos contar con el apoyo financiero de la comunidad internacional para dar la solidez necesaria al proceso.
Pero así como le cumpliremos a quienes se sujeten a las normas, también es nuestro deber aplicar la ley de manera ejemplarizante a quienes persistan en la criminalidad. No vamos a aceptar que exista repetición y más violencia. Quienes sigan en el mundo del delito y pretendan burlarse de las víctimas y la generosidad del pueblo Colombiano recibirán todo el peso de la Justicia.
Presidenta, si queremos que en Colombia brille la paz, es necesario que derrotemos el narcotráfico. En materia de cultivos ilícitos, hace pocas semanas recibimos una situación alarmante. La tendencia incremental de los últimos cinco años no puede continuar, ya que estas siembras se han convertido en el combustible y el aliciente para que surjan peligrosos grupos armados organizados.
De ahí que estemos comprometidos en desarticular esas redes de crimen trasnacional con una agenda integral. El narcotráfico es una amenaza global.
Es cierto que debemos hacer más en materia de prevención y atención a los adictos desde un enfoque de salud pública. Esa es una verdad incontrovertible. Pero no es menos cierto que el narcotráfico en Colombia es un depredador del medio ambiente, un destructor de instituciones, un corruptor social.
Luchar contra este fenómeno y al mismo tiempo promover una sociedad que rechace las drogas por sus efectos devastadores en la salud y la sociedad, es nuestro deber moral.
Ya estamos tomando medidas. Hace dos días apoyamos el llamado global a la acción contra el Problema de las Drogas, reconociendo que el trabajo es de todos y requiere que todos los países contribuyan, incluyendo aquellos donde el consumo crece o los que son fabricantes de precursores químicos.
Ciento treinta naciones con el liderazgo de Estados Unidos nos comprometimos a seguir esta lucha. No nos daremos por vencidos ni aceptaremos como destino la adicción de tantos jóvenes.
La legalidad significa también la derrota de la corrupción. La corrupción es una amenaza a la democracia, a los valores sociales, a las instituciones y debe ser enfrentada con determinación.
Desde el primer día de nuestro gobierno presentamos medidas ante el Congreso, y luego en respuesta al clamor popular, hemos puesto en marcha con todos los partidos una ambiciosa agenda.
Le demostramos a Colombia y al mundo que somos capaces de unirnos en propósitos nacionales. Invito a la comunidad internacional a fortalecer los instrumentos y mecanismos de sanción frente a la corrupción trasnacional.
Derrotar la corrupción es una tarea que nos involucra a todos y debemos hacer todos los esfuerzos necesarios para hacer visibles a los corruptos y acelerar sus sanciones judiciales y sociales.
Nuestra apuesta de Desarrollo, nuestro pacto por Colombia, también busca impulsar el emprendimiento y la reactivación de la Economía.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible validan nuestra agenda por
una Colombia donde la ciencia y la tecnología se vean impulsadas por la conectividad, el acceso a capital, el avance de la Economía Naranja y el fomento a la investigación.
Una Colombia comprometida con la protección de la biodiversidad, el impulso a las energías renovables, la reducción de la huella individual de carbono y la formación de una ciudadanía fortalecida por una ética inquebrantable.
El mundo debe saber que esta es la Colombia que queremos construir.
Vamos a trabajar por lograr esa Colombia. Ése es nuestro reto y nuestra motivación. Por esa razón debo decirle al mundo que esos propósitos enfrentan un desafío enorme.
Ese desafío que nuestro país vive en la actualidad son miles de rostros temerosos, con frío en los huesos, hambre en el estómago y dolor de Patria. Un reto que en este preciso momento camina a la intemperie y con incertidumbre por las carreteras colombianas.
Son los hermanos venezolanos que huyen de la dictadura. Muchos de ellos son niños inocentes, desprotegidos, expuestos al destierro.
Mientras que el conflicto en Siria ha generado un flujo de 600 mil migrantes al año tan solo a Turquía en un periodo de seis años, Colombia, en menos de dos años, les ha abierto las puertas a casi un millón de hermanos venezolanos.
Los hemos recibido con afecto y siempre lo haremos a pesar de cualquier dificultad social y fiscal porque nos une la fraternidad.
Pero no podemos dejar de llamar las cosas por su nombre.
Estamos viviendo la crisis migratoria y humanitaria más indignante de la historia reciente de la región, por cuenta de una dictadura que aniquiló las libertades.
La libre determinación de los pueblos no puede ser manipulada para convertirse en la libre determinación de los opresores.
El mundo debe actuar y unirse para que este éxodo trágico llegue a su fin y un pueblo pueda ver florecer la esperanza.
Este es un reto global. El fin de la dictadura, el retorno a la democracia y la plena libertad es el único camino posible.
Por eso la comunidad internacional debe pedir de inmediato la libertad de los presos políticos e identificar rápidamente las mejores soluciones a esta crisis y evitar que esta desolación y desesperanza se incrementen.
Celebro que las Naciones Unidas escucharan la solicitud de Colombia y que el Secretario General haya designado a Eduardo Stein como Representante Especial Conjunto para los Refugiados y Migrantes de Venezuela, y así elevar esta discusión.
Agradezco a los países que nos acompañaron ayer a la Reunión de Alto Nivel, convocada por Colombia, donde quedó claro el compromiso regional para abordar esta crisis humanitaria.
Estas medidas deben ser acompañadas por la creación de un Fondo Multilateral para atender a la población migrante, víctima de la dictadura.
Por eso debemos impulsar la propuesta que en este sentido ha anunciado el Banco Interamericano de Desarrollo y su presidente, Luis Alberto Moreno.
Pero igual de importante es que se ejerzan todos los mecanismos internacionales para denunciar, investigar y sancionar por parte de la Corte Penal Internacional a quienes han sembrado esa tragedia deleznable.
Excelencias, es un honor para mí dirigirme a esta Asamblea, exponer la visión que tenemos para Colombia, llamar a la solidaridad global frente al pueblo venezolano y hacerles una invitación.
El mundo hoy más que nunca requiere de la cooperación y el multilateralismo. Es el momento de integrarnos y no aislarnos. Es el momento de hacer del comercio y la cooperación el camino de las oportunidades compartidas.
Tenemos el deber de seguir avanzando en un mundo donde las alianzas nos permitan mitigar los efectos del cambio climático, consolidar un comercio justo, enfrentar la corrupción y el crimen trasnacional, generar oportunidades de empleo, poner fin a la discriminación y solidificar la idea de producir conservando, conservar produciendo.
La Colombia de legalidad, emprendimiento y equidad, que queremos construir ya está en marcha y no dejaremos que nada nos arrebate la esperanza de ser un país que piensa en grande y sueña con un mejor mañana.
Muchas gracias”.
Updated: septiembre 26, 2018 01:03 p. m.