Lisa Jones, una mamá de 44 años que vive en Wrexham, Gales, pasó cuatro días experimentando náuseas por un supuesto virus estomacal que había contraído.
Al ver que no mejoraba y que estaba experimentando deshidratación y un fuerte dolor en los pies, su hermana llamó a una ambulancia para que la atendieran.
En un pequeño tablero, los paramédicos escribieron “sospecha de sepsis”, lo cual desató la preocupación de Lisa.
Perdió el conocimiento y al llegar al Hospital Wrexham Maelor le informaron que tenía una infección en los riñones y que había contraído sepsis, una reacción exagerada del sistema inmunológico ante una infección.
Entró en coma durante 24 horas y debieron conectarla a máquinas de diálisis renal. Su cuadro clínico era preocupante, tanto así que le informaron a su familia que solo tenía una probabilidad entre 20 de salir adelante.
A pesar de que había reaccionado al tratamiento que estaba teniendo, el suministro de sangre de sus manos y pies se vio afectado. Tanto así que le provocó necrosis, muerte de sus células.
Lisa ingresó al quirófano y le amputaron la parte inferior de la pierna derecha.
Aunque se encuentra en constantes terapias para evitar perder la pierna izquierda, los médicos le han informado que hay un 50% de posibilidades de que también la deban amputar.
Además, le informaron que los dedos de sus manos también se encuentran muy comprometidos. No pierde la esperanza de lograr recuperarse para así seguir trabajando en su negocio de limpieza.
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