Existen detractores y grupos dedicados a desacreditar y a difundir información falsa que es mejor ignorar. Hay que ser escéptico, pero con argumentos.
Durante años se propagó la falsa idea de que algunas vacunas causan autismo, información que se propagó debido a un estudio publicado en 1998 en la revista médica The Lancet. Después de más investigaciones, reveló que la afirmación era falsa y retractó solo 10 años después, dejando daños inmensos.
Por ejemplo, el resurgimiento del sarampión es una gran preocupación de salud pública, países que habían logrado eliminarlo o que estaban cerca de conseguirlo han tenido brotes.
Esto se explica por factores como baja cobertura vacunal, fragilidad de ciertos sistemas de salud, pero además se suma la propagación de ideas falsas.
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Por eso no hay que creer cuanta cosa llegue a través de las redes sociales. Es necesario consultar fuentes adecuadas, pues la desinformación hace retroceder.