Cuentan que, cuando van para su casa o lugar de trabajo, en el transporte público son hasta mirados “con asco” porque hay gente que cree que llevan el coronavirus.
Cae la tarde en el norte de Bogotá y se empiezan a insinuar las primeras luces de la noche. En la clínica Nueva El Lago es hora de cambio de turno, todo el personal que cuidó a enfermos sale a descansar.
A Andrés Martínez, director de la clínica, le preocupa que por estos días de emergencia sanitaria su personal sea discriminado por la ciudadanía.
“No por estar en una institución de salud ya uno tiene que considerar que la personas estuvo en contacto con algún tipo de paciente que tenga riesgo contagio. Hacemos todo lo posible para que esto no pase desde una parte intrahospitalaria al exterior”, explica.
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Médicos, enfermeras, camilleros y auxiliares que a diario laboran en los centros hospitalarios padecen el problema del transporte a sus viviendas. Muchos taxistas se niegan a llevarlos y, los menos afortunados, deben lidiar con los problemas del transporte masivo. Acompañamos a un grupo de enfermeras a la salida de su trabajo.
¿Se ha sentido discriminada?
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“Sí, claro. Por el simple hecho de llevar uniforme blanco la gente nos mira como con asco, como si nosotras estuviéramos contagiadas. Incluso, cuando nos sentamos, la gente se para”, cuenta la enfermera Cindy Correa
Sin embargo, no tienen más remedio que buscar la forma de llegar a sus casas y el medio más económico es Transmilenio.
Al otro día, Luz Dary Pulido, enfermera del área de infectología madruga a buscar el transporte público. Ella sabe que el metro vital de distancia que la blindaría para evitar un posible contagio aquí es casi imposible.
“Es el primer punto de contacto porque uno tiene que compartir con las personas y en estos lugares el contacto es muy estrecho”: Luz Dary.
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Aunque la verdad en los últimos días ha disminuido mucho las aglomeraciones en Transmilenio, Luz Dary avanza en medio de los controles y finalmente abordamos el articulado que nos lleva a su trabajo.
Les decimos héroes y heroínas y los aplaudimos cuando luchan contra el virus en hospitales y clínicas, pero cuando cuelgan las batas deben salir a las calles a batallar con el transporte público y los riesgos que implica.
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Luego de atravesar la ciudad de sur a norte, finalmente llegamos a la estación donde se queda Luz Dary y allí, a la salida, ella lanza una súplica al gobierno distrital: un transporte especializado que pueda llevarlos a sus casas y trasladarlos al hospital.
“Tener una ruta sería muy bueno, nos daría seguridad y tranquilidad. Pienso que esa sería una muy buena opción cuando la situación empeore”, destaca Luz Dary.
Minutos después, Luz Dary ya está en su sitio de trabajo, acomodada en su trinchera con toda la comunidad médica que se prepara a dar la batalla contra el virus en los próximos días. Cada uno de ellos valdrá oro en el momento de la crisis, por eso gobierno y ciudadanía deben entender su importancia y cuidar de ellos porque serán los llamados a cuidarnos.
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