Quienes la padecen creen que solo se trata de un resfriado común, con congestión nasal, fiebre y malestar, pero a las dos semanas se complica.
En los adultos puede ser tratada, pero en los más pequeños causa síntomas severos como convulsiones, hemorragia en los ojos, tos que impide respirar y hasta neumonía.
Es por eso que quienes vayan a tener contacto con recién nacidos deben vacunarse, como mínimo, cuatro semanas antes de que nazca el bebé.
Las gestantes deben recibir la dosis en la semana 26 y en cada embarazo.