Aunque el chisme ha sido considerado como una práctica desagradable, un reciente estudio ha revelado que puede tener un impacto positivo.
Según una investigación compartida en Proceeding of National Academy of Sciences, “los chismes han estado en el centro de la vinculación de los grupos humanos” desde hace varios siglos.
En la investigación se empleó un modelo de teoría de juegos evolutivo para realizar una simulación de toma de decisiones humanas. Como resultado, el 90% de los sujetos se convirtió en chismoso.
Este funciona como mecanismo para difundir la reputación y desalentar el egoísmo, pues las personas tienden a comportarse más cooperativamente para mejorar su propio prestigio.
Según la profesora Dana Nau, del Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Maryland, quien también es coautora del estudio, el chisme puede ser una herramienta útil para evaluar la confiabilidad de las personas.
“Si otras personas se comportan de la mejor manera porque saben que usted chismea, entonces es más probable que cooperen con usted en las cosas”, recalcó Nau.
La Universidad de Pavía, en Italia, determinó que el cerebro tiende a liberar oxitocina, conocida como la hormona del placer.