La edición 105 tendrá como principal atractivo una etapa-reina de 65 km en los Pirineos centrales, con la ascensión inédita en final de etapa del Col de Portet.
Esta edición de la Grande Boucle, que comenzará el 7 de julio en Noirmoutier-en-l'Ile, en el departamento de Vendée, en el oeste de Francia, tendrá seis etapas de montaña y ocho llanas, en un recorrido de 3.329 kilómetros.
Como en 2015, cuando el Tour salió de Utrecht (Holanda), la primera parte, de nueve etapas, será sobre todo llana, en la región oeste de Francia. Con algunos atractivos, como la contrarreloj por equipos del tercer día en Cholet y dos etapas accidentadas en Bretaña, con llegadas en Quimper y Muro de Bretaña.
Adoquines de Roubaix
La principal dificultad estará situada al final de la primera semana, el 15 de julio, el día de la final de la Copa del Mundo de fútbol. Los organizadores han previsto una buena dosis de carretera adoquinada (21,7 km), un récord desde principios de los años 1980, en sectores temidos incluso por los habituales de la París-Roubaix.
Para los escaladores, a menudo de peso ligero, el peligro llegará en esta etapa que terminará en Roubaix. La ciudad del norte de Francia, acostumbrada a recibir la Grande Boucle, no había recibido la llegada desde 1985.
Tres jornadas en los Alpes contrarrestarán el peso de la primera semana. La primera rinde homenaje a los maquis de la Resistencia, subiendo por primera vez el Plateau des Glieres, antes de alcanzar el Grand-Bornand, descendiendo la Colombiere.
La segunda, muy concentrada, pasará por puertos paralelos y desconocidos (Bisanne, Pré, Montvalezan) para llegar a La Rosière, la primera de las tres llegadas en alto en la prueba.
Alpe d'Huez e inédito final en Portet
El Alpe d'Huez esperará a los supervivientes en la tercera, al final de una trilogía clásica de talla XXL, tras La Madeleine y La Croix-de-Fer.
El descenso hacia el Valle del Ródano (Valence) y la travesía por el sur del Macizo Central (Mende, Carcasona), que siguen, son ventajosas para los que confíen en protagonizar una escapada, antes de la tercera semana, decisiva, en los Pirineos.
En los Pirineos llegarán esos 65 kilómetros, en el departamento número 65, los Altos-Pirineos. La etapa en línea más corta de este siglo reúne todos los ingredientes de una etapa-reina: la concentración de las dificultades (Peyragudes y después Azet para comenzar) con un formato propicio para dinamitar la carrera, con la altitud (2.215 metros) de un gran puerto a descubrir, como conclusión, el Portet.
"El Portet es un gigante, un Tourmalet bis", afirmó entusiasmado el director del Tour al presentar la subida de 16 kilómetros a más de 8 por ciento de pendiente, que domina la población de Saint-Lary-Soulan, en un marco natural impresionante. Una ascensión más larga, más alta y más dificultosa que Alpe d'Huez.
Dos días más tarde, la última etapa de montaña retomará un recorrido más tradicional, con los clásicos Tourmalet y Aubisque, antes de la llegada, al final, en Laruns, con el descenso de este último puerto.
La tendencia reciente a la reducción de las etapas contra el reloj se confirma y sólo habrá una etapa de este tipo, en la penúltima jornada. Esta vez, los rodadores sólo tendrán 31 kilómetros de "crono" individual, en un recorrido accidentado en las colinas del País Vasco francés, donde el Tour no estaba desde 2006. La distancia es ligeramente menor con respecto al año pasado (36,5 km en dos veces), aunque el récord de 2015 (apenas 13,8 km) no ha sido batido.
Todas las etapas contarán, como la contrarreloj por equipos de la tercera jornada, con un trazado alrededor de Cholet. Para Chris Froome, que descubrió el recorrido, pero también para el holandés Tom Dumoulin, su posible rival en este terreno en julio próximo, cada segundo contará.
Updated: octubre 17, 2017 02:31 p. m.