Mucho se ha escrito estos días sobre el recién fallecido periodista español Miguel Ángel Bastenier. No lo conocí personalmente, no fui su alumno –aunque me hubiera gustado, y lo intenté-, y si acaso desde hace pocos años empecé a seguir su trabajo. Tomé distancia de algunas de sus interpretaciones de América Latina –un tema del que era un referente-, me acerqué al contexto político europeo gracias a sus columnas de opinión, pero lo que más me identificó con él fue su visión del periodismo actual.
Sin quererlo, Bastenier fotografió a quienes cubren fútbol en Colombia mientras trataba de retratar una de las peores plagas de la profesión en general: la militancia de los comunicadores.
En Colombia nos estamos llenando de periodistas deportivos que militan en los equipos de fútbol. Programas radiales o televisivos que se hacen con el micrófono en la mano derecha y la bandera con los colores del club en la izquierda. La voz del hincha para el hincha.
Conozco colegas que no publican lo que saben del equipo rojo, azul o verde. No lo hacen por varias razones: para no perder la “buena relación” con el club, para no “desestabilizarlo” y poner en riesgo un título o para no ir en contra de su propia pasión. Su causa no es el periodismo, es el equipo.
Acá parece diferenciarse tres tipos de periodistas: los que abiertamente se declaran hinchas de un equipo u otro; los que lo son, pero no se comprometen en público; y los que son únicamente periodistas.
Se fue Bastenier. No sé si todos los que hablan o escriben de fútbol sepan quién era. Si fueran más periodistas que hinchas estoy seguro que lo sabrían.