La tenista británica Emma Raducanu, convertida a los 18 años en la nueva reina del Abierto de Estados Unidos, al que llegó como clasificada -primera que consigue tal hazaña deportiva-, admitió que cuando llegó a Nueva York nunca pensó vivir tal sueño.
El que protagonizó cuando después de vencer en la final por 6-4 y 6-3 a la también joven tenista canadiense Leylah Fernández en la pista central Arthur Ashe Stadium, con 23.703 espectadores puestos en pie, recibió el trofeo de campeona y un cheque de 2,5 millones de dólares.
"Dices: 'Quiero ganar un Grand Slam'. Pero tener la creencia de que lo hice y, de hecho, ejecutar, ganar un Grand Slam", expresó Raducanu, "no puedo creerlo".
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Tampoco el mundo del tenis, simplemente porque antes nadie lo había conseguido y entró de lleno en los libros de historia en un Abierto que se presentaba poco incentivado con las ausencias de las leyendas como Serena Williams, 23 veces campeona de Grand Slam, en el campo femenino, y el suizo Roger Federer y el español Rafael Nadal, en el masculino.
Hasta hace tres meses, nunca había jugado en un evento profesional a nivel de gira, en parte porque tardó 18 meses por una combinación de razones: la pandemia y la insistencia de sus padres en que completara su título de secundaria.
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"Definitivamente, mi papá es muy difícil de complacer", declaró Raducanu, con una sonrisa el sábado por la noche en la rueda de prensa con los periodistas. "Pero me las arreglé para estar hoy aquí", añadió.
Además Raducanu lo consiguió a lo grande después de ganar 10 partidos seguidos desde la fase previa, sin perder ni un set, algo que ni tan siquiera logró Williams, que no cedió ninguna manga en el 2014, pero sin ser clasificada.
Ahora Raducanu se une a la legendaria tenista británica como la única que ha ganado el Abierto de Estados Unidos y un torneo de Grand Slam.